Madres malabaristas: cuidados, empleo y desigualdades persistentes en Ecuador

Camila Rodríguez
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Los cuidados son esenciales para la vida, siendo su provisión fundamental para la continuidad de la existencia (Rodríguez y Bertoni, 2010). Aunque todas las personas requieren de cuidados en algún momento del ciclo de vida, son los niños y niñas, las personas mayores y con discapacidad quienes más los demandan. Esta necesidad, ya estructural, se intensificó durante la pandemia del COVID-19. La UNESCO reportó que cerca de 113 millones de menores en América Latina se vieron afectados por el cierre de escuelas, alterando profundamente las dinámicas familiares. En este contexto, la presión por el cuidado recayó, una vez más, sobre las mujeres (CEPAL, 2020), muchas de las cuales debieron abandonar el mercado laboral o fueron despedidas. No se trató de un fenómeno nuevo: incluso antes de la crisis sanitaria, las mujeres ya dedicaban tres veces más tiempo al cuidado no remunerado que los hombres (ONU Mujeres y CEPAL, 2020).
La organización Internacional del Trabajo (OIT, 2022) evidenció cómo el confinamiento profundizó las brechas de género en el empleo. La región alcanzó un desempleo femenino del 16.4%, y de los 23.6 millones de trabajos perdidos por mujeres, hacia finales de 2021 aún faltaban por recuperarse 4.2 millones. Así, la pandemia no solo visibilizó la crisis del cuidado, sino que la intensificó. Este concepto, trabajado por Pérez Orozco (2006), alude a los cambios en la distribución social del trabajo de cuidados, que históricamente ha recaído en las mujeres, sostenido por relaciones desiguales de poder de género.
En Ecuador, esta realidad se refleja con fuerza. Según la Encuesta del Uso del Tiempo (INEC, 2012), las mujeres destinan en promedio 9 horas semanales al cuidado de personas dependientes, frente a las 5 horas que dedican los hombres. Esta carga desigual se reproduce además en la clasificación estadística: en la ENEMDU 2021, el 55.77% de las mujeres económicamente inactivas fueron clasificadas como “amas de casa”, frente a solo el 2.7% de los hombres. Esta forma de medición contribuye a invisibilizar su aporte al desarrollo y refuerza la idea de que estas labores no son productivas ni prioritarias.
Sin embargo, esta contribución es también económica, aunque no se reconozca como tal. El trabajo de cuidados no remunerado no se incluye en el cálculo del Producto Interno Bruto (PIB), pese a ser una de las bases que permite el funcionamiento del resto de la economía. Según Vaca-Trigo y Baron (2022), si este trabajo fuese monetizado, constituiría el rubro más importante del país. En 2020, el INEC estimó que el valor agregado bruto del trabajo no remunerado representó el 19.1% del PIB nacional, es decir, USD 19 872 978 millones, superando a sectores como la industria manufacturera o la construcción.
En este marco, las redes de cuidado, conformadas por quienes cuidan y quienes reciben cuidados, cumplen un rol fundamental. En Ecuador, estas redes se inscriben en el régimen familista, donde la principal responsabilidad recae en las familias, y en especial en las mujeres (Pérez Orozco, 2005; Batthyány, 2008). Aunque existe una tendencia internacional hacia la desfamiliarización, el Estado ecuatoriano aún no garantiza servicios públicos de cuidado suficientes ni accesibles. Aunque la Constitución (artículo 333) reconoce el trabajo de cuidados como productivo y establece deberes estatales en materia de servicios e infraestructura, en la práctica estas garantías no se cumplen.
Tampoco el mercado laboral ofrece soluciones sostenibles. Las mujeres en Ecuador se insertan mayoritariamente en empleos informales, mal remunerados o no clasificados. Estas formas de empleo, si bien permiten cierta flexibilidad para compaginar el trabajo con el cuidado, también precarizan su situación y perpetúan roles tradicionales. En palabras de Faur (2019), se configura un régimen maternalista, donde las mujeres actúan como “malabaristas”, sosteniendo múltiples responsabilidades sin el apoyo suficiente del Estado ni del mercado.
Frente a este panorama, la investigación reseñada analiza la relación entre la provisión de cuidados dentro del hogar y el acceso de las madres a un empleo adecuado en Ecuador. Para ello, se utilizaron datos de la ENEMDU entre 2018 y 2022 y se construyó un proxy que identifica si las madres cuentan con otra mujer en el hogar, usualmente una ama de casa, a quien delegar las tareas de cuidado. Esta decisión metodológica se fundamenta en la evidencia previa, que demuestra que las mujeres confían principalmente en otras mujeres del núcleo familiar para cuidar.
Pese a esta aproximación, existen importantes limitaciones en la información disponible. Encuestas clave como la del Uso del Tiempo (2012), la de Calidad de Vida (2013-2014) o la Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerado (2017) no se han actualizado en más de una década. Además, la ENEMDU no incluye preguntas sobre asistencia a centros infantiles ni permite identificar con claridad a quién se delega el cuidado dentro del hogar. Esto dificulta medir la corresponsabilidad efectiva entre Estado, mercado y familias, y limita la formulación de políticas públicas basadas en evidencia.
En 2019, del total de mujeres en la PEA, solo el 29.44% contaba con empleos adecuados, frente al 45.15% de los hombres. Tras la pandemia, en 2021, estos porcentajes se redujeron al 25.52% para mujeres y 37.78% para hombres, lo que evidencia tanto el impacto de la crisis como la persistencia de la desigualdad de género. Aunque se observó una ligera mejora posterior (28.62% de empleo adecuado para madres en 2022). Posterior a la limitación de los datos, el análisis muestra que la situación laboral de las madres en Ecuador ha empeorado en los últimos años. El porcentaje de madres en empleos informales, no remunerados o no clasificados pasó de 44.23% en 2021 a 46.11% en 2022. Esta tendencia sugiere que las condiciones de empleo de las madres siguen marcadas por la precariedad.

Durante el periodo de análisis, se evidenció además un incremento en la proporción de madres con acceso a cuidados proporcionados por otras mujeres del hogar. En el siguiente gráfico se muestra un leve aumento en el acceso a estas redes familiares de cuidado, lo que reafirma la vigencia del modelo familista. En 2020, año en que se aplicó una metodología mensual, se observó un aumento en el nivel de cuidado y una caída pronunciada en el empleo adecuado, confirmando que muchas madres abandonaron trabajos formales para asumir labores de cuidado durante la emergencia sanitaria.

A nivel econométrico, el modelo probit confirma que contar con otra mujer en el hogar incrementa significativamente la probabilidad de acceder a un empleo adecuado, en 8.23 puntos porcentuales. Además del cuidado familiar, otras variables influyen negativamente en la empleabilidad: autoidentificarse como indígena, vivir en zonas rurales, ser cónyuge en lugar de jefa de hogar, y pertenecer a los deciles más bajos de ingreso.
Estos resultados reflejan una crisis estructural de cuidados en Ecuador. A pesar de que el artículo 333 de la Constitución reconoce el trabajo de cuidados como productivo y plantea su valorización, en la práctica no existen mecanismos institucionales para redistribuir esta carga. El modelo actual, basado en la figura de la madre cuidadora y sostenido por la familia extensa, es insostenible y reproduce estereotipos de género que restringen las trayectorias vitales de las mujeres.
Frente a este escenario, es urgente repensar la arquitectura del cuidado en el país. Esto implica fortalecer la producción y actualización de datos con enfoque de género, para comprender quién cuida, a quién se cuida y en qué condiciones. Asimismo, se requiere diseñar un sistema integral de cuidados que articule de forma corresponsable al Estado, el mercado, las comunidades y las familias. Este sistema debe garantizar servicios públicos, universales, de calidad y territorialmente accesibles.
Reconocer el valor económico del cuidado no remunerado es un paso esencial hacia una economía más justa. Mientras este trabajo siga siendo invisible en las estadísticas y asumido exclusivamente por las mujeres, la igualdad de género en el mercado laboral seguirá siendo una meta lejana. Cuidar no debe ser sinónimo de exclusión. Solo con políticas públicas integrales, datos desagregados y corresponsabilidad real, será posible que las madres ecuatorianas dejen de ser malabaristas, forzadas a equilibrar sin apoyo sus responsabilidades laborales, familiares y personales.
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Referencias
- Bttahyány, K. (2008). Género, cuidados familiares y uso del tiempo. Informe final de investigación. UNIFEM, INE
- CEPAL (2020). La pandemia del COVID-19 profundiza la crisis de los cuidados en América Latina y el Caribe. Santiago de Chile.
- Constitución de la República del Ecuador. 2008. (Ecuador).
- Faur, E. (2019). El cuidado infantil en el siglo XXI. Mujeres malabaristas en una sociedad desigual. Siglo Veintiuno Editores.
- INEC (2021). Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (ENEMDU). Documento Metodológico.
- INEC (2020). Boletín Técnico: Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerado de los Hogares 2016-2017.
- INEC (2018-2022). Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (ENEMDU) Anual.
- INEC (2017). Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerado.
- INEC (2014). Encuesta de Calidad de Vida.
- INEC (2012). Encuesta de Uso del Tiempo.
- OIT (2022). Organización Internacional del Trabajo. https://www.ilo.org/americas/sala-de-prensa/WCMS_838551/lang--es/index.htm
- ONU Mujeres y CEPAL (2020). Cuidados en América Latina y el Caribe en tiempos de COVID-19. Hacia sistemas integrales para fortalecer la respuesta y la recuperación. ONU Mujeres y CEPAL.
- Pérez Orozco, A. (2006). Amenaza tormenta: la crisis de los cuidados y la reorganización del sistema económico. Revista De Economía Crítica, 1(5), 8–37. https://revistaeconomiacritica.org/index.php/rec/article/view/388
- Pérez Orozco, A. (2005). Economía del género y economía feminista ¿Conciliación o ruptura? Revista Venezolana de Estudios de la Mujer, 10(24), 43-64.
- Rodríguez, S. V., y Bertoni, J. S. (2010). Informal care challenge assumed by women. Ciencia y Enfermería, 16(2), 9-16.
- Vaca-Trigo, I., y Baron, C. (2022). Descentrar el producto interno bruto (PIB): bienestar, cuidados y tiempo. CEPAL.
- Vásconez, A. (2005). Mujeres, trabajo y pobreza. Mujeres ecuatorianas. Entre las crisis y oportunidades 1990-2004. FLACSO Ecuador.
Sobre el Autor

Camila Rodríguez
Economista por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y licenciada en Economía y Gestión por la Universidad de Grenoble Alpes (Francia). Actua...
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